Arte en la guerra – La guerra en el Arte

Arte-en-la-guerra-Guerra-en-el-Arte

Las Vanguardias, como tales, tienen corta vida, juegan con ataques sorpresa y se retiran pronto en las trincheras.

El mundo del Arte, como el de la guerra, aprende rápido del enemigo, se aprovecha de las nuevas estrategias sugeridas por las ofensivas.

De manera inequívoca, consiguen aprender de las circunstancias y, a menudo, aplastar el poder revolucionario de las avanzadas.

Yo, como soy de retaguardia, escucho los comunicados desde el frente de asalto y como consecuencia de las informaciones recibidas, consolido la brea de los caminos, ganando terreno lentamente para un avance seguro de la tropa en territorios todavía desconocidos.

A veces las apisonadoras se averían y tengo que recurrir a nuevos recursos para no quedarme atascado en el barro de la pura estética.

Después del barro otoñal, las amenazas vienen con la llegada del álgido modo y acompañadas por fuertes rachas de viento cargado de convención.

Mi padre, participó a su pesar en la campaña de Rusia en la segunda Guerra Mundial en el ejército italiano.

Tuvo suerte de ser mecánico saber conducir camiones y poder así regresar con vida de la masacre y del barrizal ruso.

Siempre me dijo que antes de ponerse la indumentaria y para poder tener un mínimo de higiene personal en condiciones extremas,  lo mejor es sumergir las prendas  en gasolina y luego dejarlas secar al aire.

Aunque fuera invierno, la evaporación de una sustancia tan volátil permite un secado bastante rápido.

Esto permite evitar coger piojos, sobrevivir al invierno y al tifus.

Mi gasolina es el lenguaje, me defiende de lo visible y aniquila lo invisible, me ampara del oportunismo y de la seducción de la “forma”.

Massimo Pisani, 2014